sábado, 29 de mayo de 2010

Basura


El destino... no existe, pero no podemos escapar de él. Cualquier acto, cualquier gesto nos empuja hacia nuestro destino, que es aquello que es. Como dijo alguien, lo que es, es y no podría ser de otra manera. Desde el principio, desde niño ansiaba la soledad, el rincón oscuro, el espacio oculto donde mi niñez abandonaba lentamente mi cuerpo, donde sin darme cuenta se formaba, poco a poco, el hombre que sería dentro de un tiempo, después del tránsito de la adolescencia, del niño-hombre...
Ese espacio dónde se recrea la rebeldía del niño, la ignorancia ilustrada del adolescente, la nostalgia del adulto. La vida siempre puede con nosotros, pero eso son cosas de viejos. El niño, yo... en ese mundo dormido, no paraba de fantasear, de recrear cuentos, de imaginar un Simbad en el cuerpo de mi padre, una Sherezade o una Amazona en el cuerpo de mi madre, o sobre todo, a mí, siempre niño pero sobre todo el adulto inventado...
Ya hace tiempo de eso, y por fin, la vida puede conmigo... pero únicamente a ratos, porque otras veces, vuelvo a mi rincón, a mi mundo oculto y vuelvo a ser ese niño que fui, que quise abandonar como una camiseta sucia, pero que sigue en mí. Ese niño soy yo... a veces.

domingo, 2 de mayo de 2010

Miradas



su rostro parecía estar a punto de esbozar una sonrisa, pero en ningún momento su expresión cambio, y esa sonrisa que imaginé en su boca nunca llegó a aparecer del todo
la sonrisa no era más que una mueca de dolor, pero un dolor sordo, oculto... sólo su mirada desnuda el gesto de esa antigua herida

La tarde lluviosa, cielo gris. Los días no se deciden a abandonar totalmente al invierno. Y el tiempo, siempre el tiempo nos lleva, apresurados, hacia un futuro que a fuerza de vivirlo se agota, se deshilacha enganchado en cada esquina de nuestras vidas.
Una vez me perdí, sin saber, sin escuchar... sin ser. Pero tú, siempre tú, me cogiste de la mano y me miraste a los ojos, con esa mirada azul, siempre azul pero que no es azul... ¿por qué para mí tus ojos grises siempre serán azule? ¿por qué siempre deseo perderme en tu mirada?
Y así, sin ser quien quiero ser, en ti encuentro el abrazo que me devuelve al amor.

Lluvia fina sobre mi ciudad oculta.
Cansancio desnudo.
Besos crueles, tardíos, boreales...
Tristeza humilde de pequeñas decepciones, mundanas, repetidas, de firmeza incansable