domingo, 13 de junio de 2010

Mantra del desasosiego

Aléjate de mí, fiero animal de la ira.
Rechazo el odio, la rabia... rechazo la negra sombra que cae sobre mis ojos.
Cierro mi mente ante tu poder, y escucho el susurrante rumor del viento en las hojas de un árbol soñado.
Navego en ciénagas podridas, pero mi deseo no está en ti...
Las lágrimas añoran lo que ya no es, lo que no fue, lo que un día quisimos.
En el principio está la huella del fin.
Aléjate de mí, vengativo animal de la ira.
Nunca tu odio podrá conmigo.
Tal vez solo, tal vez triste escucharé ese rumor del viento en las hojas de un árbol inventado.
Ven a mí, mantra del amor deseado.
Sentiré el orgullo de ser hombre, el orgullo de haberme equivocado.
Sentiré el amor que nunca extinguiré.
De mí ha nacido la vida, de nosotros nació la esperanza y de ellos, únicamente de ellos es la alegría.
Ven a mí, dulce sueño del amor soñado.


Instantes


Instantes detenidos en el tiempo, el polvo flota en el aire y el sol hace brillar cada mota como escamas de un reptil invisible. El domingo se detiene, absorbe todos los deseos, todos los matices de tu mirada.
Ayer dejé olvidada una caricia sobre tu piel. El rocío de la mañana se filtra a través de tu ventana abierta. No duermo, no finjo... no existo salvo en tu memoria. Y tu memoria se cansa de mi recuerdo, de mi vida inventada. Algunas veces la vida se parece a una tormenta lejana que sabes que acabará por llegar... llegará el frío, llegará la lluvia, pero ahora, en este momento, sólo los truenos tienen sentido para ti, sólo el ruido, nada más. Pero la tormenta llegará, y barrerá la ciudad y limpiará tu alma del sabor de mis besos.

Juguetes rotos


El tiempo se desnuda con el sonido de una cortina rasgada por un cuchillo afilado. Los días transcurren con astronómica indiferencia. Las distancias han perdido su magia. El camino se ha acabado, ya no hay más ficciones.
Toda derrota nace de una ilusión, de un sueño, de ese cuento que nos explicamos quedamente, al oído cuando todo está impregnado en sombras, cuando todo se inunda de oscuridad...
El dolor de las canciones susurrantes me persigue... susurros, susurros... un lamento profundo, nacido de la pena más primigenia, del origen de los tiempos, del amor incomprendido. Biblias quemadas, viejas creencias marchitas.

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