Hubo un tiempo para ti y para mi. En algún lugar de mi pasado, en algún momento de mi vida, estábamos los dos. Había más gente, estábamos rodeados, llenos de nosotros mismos. Pero ahora, mirando a mi alrededor no veo más que soledad. Hoy no es como ayer...
En el vacío de los días la bruma de la soledad impregna mi piel, como una fina lluvia que al final va calando hasta los huesos, que enfría mi piel de un modo que ya jamás podré desprenderme de esa sensación... soledad húmeda, brumosa, pegajosa... inevitable. Pero aún así sigo rodeado de gente, de amigos, de personas que le hablan a quién creen que soy, a aquel que un día se desprendió de si mismo como si fuera un vestido sucio, gastado, inútil ya...