domingo, 29 de julio de 2007

Mi padre

Mi padre era mi padre... eso parece una verdad incontestable, obvia, evidente... al menos durante el tiempo que ha sido su vida. Pero al morir, ha dejado un hueco, un vacío... en un espacio que yo no sabía que ocupaba. Mi padre era mi padre, pero lo era porque había querido serlo. Lo había decidido de una forma irrevocable, no había duda en ello y precisamente por ello yo jamás había pensado que podría ser de otro modo. Hasta hoy. Hoy que ya no está. Hoy que querría decirle todo aquello que no le dije. Y no se lo dije porque mi padre hizo tan bien su trabajo como padre, que entre él y yo no había demasiado que hablar... Mi padre únicamente me hacía las preguntas esenciales: cómo estás? cómo está mi nieta? estáis bien? cuando era él quien no estaba bien... quien ya no lo estaría nunca...
Sé que estaba orgulloso de mí, de una forma que yo jamás seré capaz de sentirme orgulloso de mí mismo... tal vez porque cuando somos padres sabemos que si de algo estaremos orgullosos ya no será de nosotros mismos, sino de nuestros hijos...
Quién era mi padre? creo que no lo sé.. y ese tal vez sea mi fracaso como hijo y su éxito como padre...
O tal vez, cuando yo esté orgulloso de mi hija, de mis hijos... podré pensar que mi padre, su orgullo... estaba justificado.. y es posible que algún día ellos también se pregunten: quien era mi padre?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando murió mi padre sentí que aún era más presente, que aún era más importante. Yo no sé si él estaba orgulloso de sus hijos pero yo si, que lo estaba de él. Ahora ya hace unos años que se fue y a veces me vuelve el dolor, es un nudo que no cesa que se desliga y se vuelve a anudar.

Con su ausencia se vuelve más presente

Anónimo dijo...

Seguro que si tu padre leyera lo que has escrito sobre él, se sentiría orgulloso y agradecido de que hayas sido su hijo..
Este mal poema que te dejo, lo escribí tras la incomprensible y dolorosa muerte de una amiga...


03/07/05 23:16 h
Para Aurora...

No puedo escribir.

Una noche en un verano.
Las manos atolondradas se mueven,
estériles, inútiles, vacías..
Como pupilas aturdidas por la luz.

El alma contaminada de astros y tristeza.
Debería poder llorar lluvias mansas,
confesar recuerdos y luces suaves.
Hablar, cantar , explicar.
Pero no puedo hacerlo esta noche.

Las palabras en algún recoveco se esconden de mí,
se acumulan, se entrelazan, se adormecen.
Y yo atrapada entre tanta tierra seca.
Perdida en bosques calcinados.
Buscando sendas en la ceniza.

No puedo escribir.

El cielo tan inmenso.
Las ausentes nubes.
La música equivocada.
La luna que se perfila en una noche
que no me pertenece.
Un mar de días ante mis ojos.
Un torrente de noches en la espalda
.
Mariposas plateadas que entran ,
y aleteando mueren brevemente.
En silencio y sin dolor,
como mis labios ,
como mi espera,
como su vida...

No puedo escribir .

Mi cuerpo exhausto se rinde ahora,
la piel atravesada lentamente se cierra,
herida para siglos...
Quisiera envolverme en seda,
como una crisálida latente.
Refugiarme de tormentas y soles,
mirar desde el interior de mi refugio,
y ver la vida atenuada por el letargo.

No puedo escribir.

Pero ya no importa.
Las sonrisas llegarán con el sueño,
el vuelo se desprenderá de las alas ocultas.

La memoria,
andando de la mano con la niñez,
le acercará el regalo que merece .

....................

Carme Sànchez Martín dijo...

Un abrazo!