domingo, 27 de diciembre de 2009

Fe, Milagros y Gracias

Fe

Entró a tiempo de escuchar el sermón. No tenía previsto ir a ninguna iglesia, de hecho, ninguno de sus pasos era meditado, su camino errático, únicamente escogido por cualquier motivo igual de intrascendente, en este caso el deseo de seguir a una joven monja solitaria, con una inopinada sonrisa dibujándose apenas en su rostro, pero lo suficiente como para llamar su atención. Se sentó unos cuantos bancos detrás de la monja ya que el banco inmediatamente contiguo a ella estaba ocupado por una joven obesa, desmadejada, medrosa, incapaz de fijar su atención en nada... y lo más curioso es que no le resultaba desconocida aunque no conseguía ubicarla. No había demasiada gente en la iglesia, cuerpos separados, esparcidos al azar... Le llamó la atención las velas en una de las capillas laterales. ¿Peticiones, agradecimientos por alguna gracia o favor concedidos o simple devoción? Él tenía también sus peticiones, sus deseos... incluso sus motivos para dar gracias, pero le faltaba la fe. Se preguntó si realmente era la fe lo que mantenía a toda esa gente allí reunida, o si algunos como él o la joven obesa, que en ese momento ya se había cambiado de banco, incapaz de mantener la quietud requerida, habían entrado como él buscando una fe que no tenían. Miró de nuevo las velas encendidas, se giró y se marchó deseando que hubiera una razón para seguir escuchando las palabras del cura. No la encontró y al poco volvía a estar en la calle rodeado de multitudes sin fe, como él.


Milagros

Cuando perdemos la fe en lo cotidiano sólo nos queda creer en los milagros...


Gracias





1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo creo que es precisamente al revés..Cuando perdemos la fe en los milagros (básicamente porque no existen), sólo nos queda creer en lo cotidiano. Porque es lo real, lo que respiramos, de lo que nos alimentamos...
Y no por cotidiano, deja de ser milagroso o deslumbrante .