viernes, 31 de diciembre de 2010

El esperado fin de las cosase



El esperado fin de las cosas no llega a nosotros tal como lo esperamos, sino más bien como una sensación ambigua, a veces agradable, no más que un cosquilleo, otras... otras no sé, es como la sensación del recuerdo de un dolor lejano, una herida curada pero que su huella nunca se borró.

Sí, así es como imagino el esperado fin de las cosas. Sólo una pequeña vibración, una mancha borrosa entre el ayer y el mañana, tiempos imaginados e inexistentes pero sobre los que edificamos nuestra existencia más allá de un presente del que poco o nada nos ocupamos. Necesitamos creer, en eso se basa todo, en la búsqueda de la fe sin importar en qué, sólo de la fe... pero no encontramos su rastro, no encontramos en nosotros nada que nos recuerde que un día, en un lugar y un momento determinados, el esperado fin de las cosas no era más que un horizonte lejano...

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