martes, 13 de octubre de 2009

Papel



Sus ojos tristes eran más tristes que sus palabras tristes.
Pegada a esa puerta que nunca se abría veía pasar muchos otros ojos tristes...
miradas pegadas al suelo, a las baldosas, a la pared, miradas enganchadas a sí mismas
escupiendo palabras amargas llenas de reproches: "no debí", "no pude", "no quise" "no supe"
La ciudad está llena de ojos tristes, de palabras vacías, de caricias ociosas...
Sólo alguna vez, algún borracho se apoya sobre esa puerta que nunca se abre y con dedos temblorosos
acaricia sus tristes ojos de papel triste... y sólo en ese momento, el amor aletea en sus mejillas de viejo, desconchado papel...

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