lunes, 7 de mayo de 2007

Swimmer


No siempre había sido así... recuerdo otros veranos en que me acercaba al agua, al borde de la piscina, y no sentía nada. Quiero decir que sentía lo normal. Ganas de bañarme. O pereza al pensar en el ritual de cada baño, un rato de natación... salir del agua, secarme, comentar el estado del agua con ella..
Pero esta vez fue distinto... estaba allí parado, con las gafas de natación colgadas del cuello, sin decidirme a ponérmelas. Las voces del resto de bañistas me llegaban atenuadas... como si hubiera tapado mis oídos con tapones de baño.. Ni siquiera los veía, Mi mirada se perdía en el azul del agua, miraba los dibujos de los pequeños azulejos del fondo, gresite creo que le llaman... gresite, me gustaba esa palabra. Me recordaba más a un vino aromático griego que a un tipo de azulejo...
No podía lanzarme de forma alegre, inconsciente, a la piscina. La tristeza paralizaba mi cuerpo. Un sentimiento de profunda tristeza, sin origen, sin principio ni fin... sin explicación. O tal vez en esto me equivoque, tal vez sí tendría explicación. Si hubieras estado conmigo, como los años anteriores, tal vez tú me hubieras podido explicar lo inexplicable... como hacías siempre que no entendía algo... tantas veces...

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